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LA IMPORTANCIA DE SABER NADAR
La natación, tanto si la consideramos como una técnica utilitaria imprescindible para hacer frente a determinadas emergencias (caídas al agua, naufragios, inundaciones, socorrer a personas que pueden ahogarse, etc), o como un ejercicio deportivo favorable a la salud y desarollo físico que puede prevenir y mejorar determinadas patologías (osteoporosis, artrosis, hipertensión, afecciones cardíacas, dolor de espalda, etc) es una actividad muy importante cuyo aprendizaje debería figurar entre los objetivos a alcanzar por cualquier persona.
Es lastimoso contemplar como muchos de los pobres emigrantes subsaharianos que llegan a las costas de Europa a bordo de frágiles pateras o balsas de juguete, mueren ahogados al caerse al al agua porque no saben nadar...
En el terremoto submarino del Océano Índico de 2004, seguido de un fuerte tsunami, que afecto a Indonesia, Tahilandia, Sri Lanka, Tahilandia, India y otros países de la zona, murieron más de 200.000 personas, miles de ellas - la mayoría mujeres - por no saber nadar (ver descripción en Wikipedia)
Los seres humanos, como todos los mamíferos, antes de nacer, es decir, en nuestra estancia fetal en el útero materno durante el embarazo, somos animales acuáticos: permanecemos nueve meses sumergidos en el líquido amniótico, imprescindible y vital para nuestra respiración, alimentación y desarrollo.
Y aunque no es cierta la leyenda urbana de que los recién nacidos sepan nadar, si que es fácil que un niño pequeño, debidamente cuidado y sostenido por una persona adulta, va a familiarizarse con el agua y aprenderá a nadar de manera instintiva.
De todas formas es aconsejable no comenzar estas "clases adaptativas" antes del tercer mes...
Para los adultos la cosa cambia, sobre todo si se vive en zonas desérticas sin agua, y si nunca se ha tenido la oportunidad de practicar la natación.
COMO APRENDER A NADAR
En una primera fase hay que aprender los principios básicos de la natación, es decir aprender a sostenerse/flotar y avanzar en el agua.
Para ello lo mejor es comenzar en una piscina o playa de aguas tranquilas, practicando primero ejercicios de adaptación al medio, como caminar sobre el fondo, con el agua hasta el pecho y siempre acompañado por otras personas expertas; a continuación tratar de flotar moviendo las piernas y brazos durante un corto trecho, aunque sea "al estilo perro", manteniendo la cabeza fuera del agua.
También es aconsejable practicar breves ejercicios de flotación de espaldas con los brazos y piernas estirados y abiertos y la cabeza medio sumergida (dejando fuera del agua la nariz y boca) y llenando los pulmones de aire. Puede hacerse ayudado por otra persona que nos sostenga levemente por el cuello o la espalda o incluso hacerlo a solas pero en en una parte de la piscina que no cubra más de un metro, de tal forma que al parar el ejercicio los pies toquen el suelo y sea fácil incorporarse.
A los niños se les debe ayudar sosteniéndolos con una mano bajo su pecho o abdomen, o por la espalda cuando realicen ejercicios de flotación.
Puede ser útil el uso de chalecos y manguitos flotadores.
En una segunda fase, habrá que practicar, de pié sobre el suelo de la piscina, a meter la cabeza en el agua mientras se aguanta la respiración durante unos segundos. Probar también la flotación breve cara al suelo y dejando los brazos y piernas que floten estirados mientras se aguanta la respiración.
Tener en cuenta que la densidad el cuerpo humano (950 Kg por m3) está cercana a la del agua (1000 Kg por m3) ya que el gran parte del organismo está formado por H2O (61%) más una buena proporción de grasa que pesa menos que el agua.
Nuestro cuerpo tiene una buena flotabilidad, a poco que se le ayude...
Y, en una tercera fase, se combinará lo aprendido tratando de nadar sosteniéndose y avanzando mientras se mueven los brazos y las piernas; al propio tiempo iremos metiendo y sacando la cabeza en el agua y aprovecharemos los giros del cuello para captar - tragar - una cierta cantidad de aire y expulsarlo luego lentamente dentro del agua...
MEDIDAS DE SEGURIDAD Y PRUDENCIA
Es importante, sobre todo al principio, observar al máximo ciertas medidas de prudencia y seguridad, tales como estar acompañado por personas que sepan nadar bien, no alejarse demasiado de la orilla, no adentrarse en aguas profundas, agitadas, con corrientes rápidas, oleaje intenso, y evitar las zambullidas sin dominar antes las técnicas de natación y respiración y sin verificar la profundidad suficiente del lugar, la no existencia de rocas, etc
ESPECIAL VIGILANCIA Y CUIDADO DE LOS BEBÉS Y NIÑOS DE CORTA EDAD
Dichas medidas de seguridad deben ser especialmente cuidadosas cuando se trate de bebés y niños de corta edad: nunca hay que dejarlos sin vigilancia, no solo junto a las piscinas o en la orilla del mar, sino incluso en la bañera del domicilio, ya que cualquier descuido puede convertirse en un peligro de ahogamiento.
Que sepan nadar desde que son bebés puede ser una garantía para prevenir este riesgo.
Pero, como es sabido, existen, además del ahogamiento, otros muchos peligros que amenazan a nuestros pequeños, como caídas de escaleras o balcones, cortes, quemaduras, lesiones por aparatos eléctricos, atropellos de vehículos, etc, por lo que la atención y vigilancia de los bebés y niños de corta edad debe ser una obsesión constante para los padres y cuidadores.
PERFECCIONAMIENTO DEPORTIVO DE LAS TÉCNICAS NATATORIAS