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El ICTUS CEREBRAL, tambien llamado APOPLEJÍA, EMBOLIA, TROMBOSIS o HEMORRAGIA CEREBRAL es una de las principales causas de muerte en personas mayores de 60 años.
Por ello, conviene conocer los SÍNTOMAS de dicha enfermedad y los FACTORES o CAUSAS que influyen en su aparición, a fín de adoptar medidas de PREVENCIÓN y, en caso necesario, de ASISTENCIA MÉDICA URGENTE.
CAUSAS PRINCIPALES DEL ICTUS CEREBRAL
El ictus cerebral ocurre por la falta de riego en el cerebro - ictus isquémico - o por la rotura de una arteria - ictus hemorrágico - que impiden el suministro de oxígeno al mismo.
El primero es el más frecuente (80/90%)
Además del envejecimiento, se pueden mencionar los siguientes factores o causas:
Factores genéticos hereditarios (atenciòn a los antecedentes familiares sobre enfermedades isquémicas, o cardíovasculares)
Patologías previas predisponentes, como: arteriosclerosis, diabetes, hipertensión, dislipemias (hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia), obesidad, otras dolencias cardíacas y/o de otros órganos o sistemas, etc)
Transtornos en los procesos de coagulación de la sangre (agregación anormal plaquetatria) que pueden producir trombosis
Hábitos de vida negativos o malsanos (tabaquismo, alimentación desequilibrada con exceso de grasas o hidratos de carbono, sedentarismo, excesos de alcohol u otras drogas, altos niveles de estrés, angustia, miedo, depresión, preocupaciones, vivencias laborales o existenciales agotadoras, etc)
La arteriosclerosis merece una especial mención como factor de riesgo; se produce por un endurecimiento, pérdida de elasticidad y estrechamiento de las arterias (estenosis) debido a una acumulación de grasa y otras sustancias en las paredes vasculares; ello puede originar coágulos y la oclusión de ciertos vasos (arterias o arteriolas) del corazón o del cerebro impidiendo el paso de la sangre.
La arteriosclerosis está causada por factores similares que son comunes a las que influyen en el ictus cerebral o el infarto de miocardio: lesiones vasculares, inflamación de las arterias, patologías de la coagulación, hipertension y otras alteraciones de la tensión arterial, diabetes, tabaquismo, obesidad, dislipemias (hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia), etc
Algunas situaciones o actividades, especialmente las que implican un sobreesfuerzo, pueden propiciar el desencadenamiento de un ictus o de un infarto de miocardio; como ejemplo podemos citar las siguientes:
Conducir durante mucho tiempo, en horas nocturnas o/y con tráfico dificil
Jornadas de trabajo estresantes o agotadoras
Practica de ejercicio o deportes excesivos, competitivos o desacostumbrados sin el entrenamiento adecuado (ello eleva la tensión arterial y el rítmo cardiáco)
Sesiones de juerga con abuso de alcohol, cocaína, café, tabaco, comilonas, etc
Excesos sexuales desmedidos (aunque las relaciones sexuales habituales/regulares son una buena medida preventiva)
También puede ser un factor desencadenante estar sometido a ìndices elevados de contaminación atmosférica durante periodos prolongados y/o a situaciones de frio o calor extremos.
SÍNTOMAS PRINCIPALES del ICTUS CEREBRAL
Pérdida de fuerza y/o acorchamiento en una mitad de la cara, brazos y/o piernas de un lado o toda una mitad del cuerpo
Incapacidad para andar o mantener el equilibrio y la coordinación de movimientos
Pérdida de visión, parcial o total en un sólo ojo
Dificultades para hablar
Dificultad para comprender el lenguaje
Cefalea, dolor de cabeza
A diferencia del infarto de miocardio, el ictus no suele cursar con dolor
Además de estos síntomas notables, pueden existir otros síntomas mucho más leves de baja intensidad que suelen pasar sin ser percibidos por el sujeto o sus familiares: parestesias (sensaciones de hormigueo, acorchaniento o adormecimiento), debilidad de alguna zona muscular, amnésias breves, desorientación, etc.
Dichos síntomas pueden ser frecuentes y premonitorios de síntomas futuros más graves por lo que, si se perciben, no deben ser tomados a la ligera: es aconsejable comunicarlo al médico para que verifiquen su causa.
Asimismo la depresión es otro síntoma que padecen muchas enfermos de ictus cerebral.
Un tercio de los afectados por ictus pueden fallecer en los días subsiguientes al ataque; otro 30 o 40% suelen sufrir una invalidez más o menos grave y el tercio restante suele superar los achaques y recuperarse, aunque la mayoría necesitan tratamiento médico y rehabilitación.
MEDIDAS DE PREVENCIÓN
Para evitar los ictus cerebrales hay que controlar o tratar estos principales factores de riesgo:
Arteriosclerosis
Diabetes
Hipertensión
Hipercolesterolemia
Hipertrigliceridemia
Tabaquismo
Sobrepeso y/u obesidad
Alimentación excesiva o inadecuada
Sedentarismo
Situaciones altamente estresantes
Sobreesfuerzos o tabajos duros o agotadores
Situaciones o actividades desencadenantes (como las expuestas más arriba)
Dicha prevención puede lograrse poniendo en marcha las siguientes medidas:
Diagnóstico precoz del riesgo mediante radiografias, ecografías, análisis de sangre y orina así como otras exploraciones o controles médicos, atendiendo especialmente a la tensión arterial y a los niveles de colesterol, triglicéridos, glucemia, ácido úrico, hemogramas, etc ( es aconsejable someterse a chequeos periódicos, anuales o con la frecuencia que decida el médico, a partir de los 40 años)
Tratamiento o corrección de las deficiencias o patologías aludidas mediante los fármacos y demás recursos médicos que prescriba el facultativo cardiólogo, endocrino, neurólogo, etc.
Control frecuente de la presión sanguínea (cifras normales: sistólica 120 mm Hg / diastólica 80 mm Hg)
Alimentación variada, sana y estricta, ajustada a las calorías imprescindibles (sin sobrepasar las 2500 cal. los hombres y 1500 las mujeres, salvo indicaciones médicas más precisas), y siguiendo una dieta racional y equilibrada (como, por ejemplo, la llamada dieta mediterránea, rica en vitaminas y minerales, con vegetales, frutas, verduras, frutos secos, hortalizas, legumbres, pescado - omega 3 - carne magra, aceite de oliva, etc y sin excesivas grasas saturadas, dulces, vísceras, etc.) y también limitando al mínímo el consumo de sal (3/5 gramos/día)
Combatir al sedentarismo mediante ejercicio físico regular y moderado, adecuado al estado físico y a la edad de de cada persona, y que comprenda especialmente ejercicios aeróbicos y respiratorios que hagan trabajar el corazón, y los pulmones (mayor oxigenación sanguínea) y que fortifique el conjunto articular y muscular (nadar, caminar a buen ritmo, bicicleta, gimnasia tipo pilates, deportes regulares no competitivos, senderismo, baile, etc)
Evitar el consumo de tabaco, alcohol (salvo 1 0 2 vasos de vino o cerveza en las comidas) o cualquier tipo de droga
Combatir el sobrepeso y la obesidad hasta alcanzar los niveles óptimos recomendados atendiendo a la edad, complexión, estatura, actividad profesional, etc.
Es aconsejable evitar la acumulación de grasa abdominal (el perímetro de cintura máximo no debería exceder de los 102 cm en los hombres y 88 cm en las mujeres); la panza dilatada indica una propensión al síndrome metabólico; a mas peso mas riesgo de diabetes y de patologías vasculares; el peso debería ajustarse al número de cms de estatura que sobrepasan al metro (si se tiene 1,70 m de estatura se debería pesar 70 kg, si bien pueden admitirse pequeñas variaciones por razón de edad y constitución física)
Los mejores medios para combatir la obesidad y el sobrepeso son: una dieta estricta y el ejercicio físico; aunque en determinados casos rebeldes haya que recurrir a la medicación e, incluso, a la cirugía estomacal.
Evitar o moderar, en lo posible, las situaciones estresantes, miedo, angustia, preocupaciones, depresión y los ejercicios o actividades laborales que impliquen sobreesfuerzos abusivos o agotadores.
Evitar, asimismo, las actividades o circunstancias propiciatorias o desencadenantes del ataque (excesos en la conducción, trabajo, sexo, comida, alcohol, tabaco, drogas, contaminación, frío o calor exremos, etc)
MEDIDAS URGENTES ANTE UN ATAQUE DE ICTUS CEREBRAL
Ante la aparición de los primeros síntomas que hagan sospechar que se sufre un ataque de ictus o derrame cerebral, infarto, angina de pecho u otra patología cardio vascular, cardio respiratoria, etc, se debe actuar con la máxima rapidez ya que la asistencia y/o tratamiento médico precoz es imprescindible para evitar o aminorar las posibles consecuencias negativas: los afectados, familiares o personas que presencien los síntomas sospechosos deben llamar al servicio de emergencias
- en España y Europa al teléfono 112 -
para solicitar el envío urgente de una ambulancia o de un equipo de intervención médica y, si es necesario, el traslado del enfermo a un centro hospitalario, donde puedan aplicarle las medidas diagnósticas y terapéuticas adecudas.
La actuación concreta dependerá de las circunstancias y de la intensidad o evolución del ataque; de si estamos solos o acompañados; en el domicilio, en la calle o conduciendo un vehículo; de si estamos conscientes y podemos llamar por teléfono y pedir auxilio o no, etc.
En cualquier caso, tratemos de proceder con la serenidad y diligencia de que seamos capaces; primero evitando riesgos añadidos (parar y estacionar el vehículo fuera de la carretera si estamos conduciendo, poner luces de emergencia, tocar el claxon para pedir ayuda; salir del agua si estamos nadando; si transitamos por la calle buscar una zona segura para no sufrir un atropello, etc)
Si el evento ocurre en el propio domicilio y estamos solos y conscientes, tratar de llamar por teléfono o pedir ayuda a familiares y/o vecinos o pulsar dispositivos de emergencia o alarma, si se dispone de ellos (existen colgantes con botón de emergencia o auxilio, conectados a centrales de alarmas, adaptados para personas mayores o minusvalidas que viven solos) y, a continuación, dejar la puerta sin cerrar con la llave o pestillo y mantenerse tumbado o sentado en reposo hasta que llegue la ayuda médica. Si se tiene a mano, puede ingerirse una aspirina (ácido acetilsalicílico)
Estas mismas medidas serán adoptadas por los familiares o personas que estén presentes cuando se produzca el ataque; tratarán de requerir urgente ayuda médica para que el enfermo sea trasladado y sea asistido lo antes posible; mientras tanto, procurarán que el afectado se mantenga acostado o semisentado y en reposo, desabrochando las prendas que puedan impedirle una respiración suficiente. No es aconsejable hacerle andar ni transportarlo en el propio vehículo, salvo casos de fuerza mayor o que no se pueda disponer de una ambulancia.
Si el afectado está inconsciente se le colocará acostado de lado, en decúbito lateral, para evitar un ahogamiento en caso de vómito y se controlará el pulso y la respiración.
Si hubiera parada cardiaca se iniciarán maniobras de PRIMEROS AUXILIOS para la reanimación cardio/respiratoria.
Ver en este blog:
SOCORRISMO / PRIMEROS AUXILIOS: Aprender técnicas y maniobras para ayudar a personas enfermas o accidentadas o pinchar en la etiqueta: "PRIMEROS AUXILIOS", al final de esta página
Si ya se han sufrido ataques anteriores y el médico ha indicado determinados fármacos o sistemas de auxilio, (anticoagulantes, antiagregantes) procurar su administración inmediata mientras se espera la llegada de la ayuda solicitada.
La reanimación cardiorespiratoria requiere unos mínimos conocimientos y experiencia de las técnicas correspondientes; por ello sería conveniente su divulgación máxima no sólo entre los sanitarios, policías, bomberos, asistentes sociales, cuidadores en residencias de ancianos, etc, sino tambien entre otros pofesionales y entre la población en general, ya que, ante un paro cardiaco o síntomas de muerte súbita, es la altermativa más inmediata para tratar de salvar la vida de los afectados.
Posteriormente al ataque agudo, tanto el enfermo como sus familiares deben velar para que se apliquen las medidas de medicación, régimen alimenticio y ejercicios de rehabilitación, fisioterapia, psicoterapia, etc, prescritos por los especialistas.
Tener en cuenta que, el enfermo puede sufrir depresiones, invalideces o pèrdidas de funcionalidad física o mental notables que van a requerir, durante varios meses, la ayuda de otras personas para conseguir normalizar sus aptitudes y facultades vitales hasta alcanzar niveles similares a los que tenía antes de sufrir el ataque.
El ictus cerebral puede tener consecuencias graves para la salud y la calidad de vida de las personas que lo padecen.
El porcentaje de afectados por un ictus cerebral varía según el país y la población estudiada, pero se estima que a nivel mundial hay alrededor de 17 millones de casos de ictus cada año. En países desarrollados, como Estados Unidos, se estima que la tasa de incidencia anual de ictus es de alrededor de 600,000 casos.
En cuanto a la mortalidad o invalidez que puede causar un ictus cerebral, también puede variar dependiendo de varios factores, como la gravedad del ictus, la rapidez con la que se recibe atención médica y la edad y la salud previa del paciente. Sin embargo, se estima que aproximadamente el 30% de las personas que sufren un ictus mueren en los primeros 30 días, y que un porcentaje significativo de las personas que sobreviven pueden experimentar discapacidad o problemas de salud a largo plazo.
En general, se considera que el ictus cerebral es una enfermedad grave que requiere atención médica inmediata y tratamiento adecuado para minimizar los riesgos de complicaciones y mejorar las posibilidades de recuperación.
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ADVERTENCIA A LOS LECTORES DE ESTE ARTÍCULO:
La información y opiniones médicas contenidas en este artículo tienen únicamente una finalidad divulgativa y, en ningún caso, deben ni pueden sustituir el consejo de un médico o farmaceútico ni servir para realizar autodiagnósticos; cualquier persona que se sienta afectada por síntomas o sospechas de padecer un ictus cerebral, una enfermedad cardíaca o de otra índole, no ha conformarse con esta información, y sí debe acudir a la consulta de un médico, neurólogo, cardiólogo, farmaceútico o especialista sanitario correspondiente, para que le aconseje, diagnostique su afección y le prescriba la medicación o tratamiento que considere apropiados.
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PRIMEROS AUXILIOS